El vino se encuentra en el corazón del territorio, la historia y la gente de Chile.
Un lugar de horizontes y emociones diversas, cercano y con una ruta del vino pionera, que permite recorrer con tranquilidad y placer un paisaje que va del mar a la cordillera y disfrutar de sus modernos tintos de prestigio internacional.
El llamado a vivir el vino nos cautiva con imágenes de pertenencia, alegría, hospitalidad, sabiduría, calidad e innovación. Nos hace saborear los frutos más nobles de nuestra tierra, del mar y las mejores recetas de la cocina chilena. Nos inspira a saltar a la aventura, a la exploración de una naturaleza desbordante, acogedora y variada. Nos infunde el relajo y la paz que solo se puede gozar en el paisaje de nuestros valles y campos, junto al cariño de su gente.
El enoturismo es el pasaporte que transforma todas estas ideas en realidades imperdibles y sorprendentes. Nos permite redescubrir, celebrar y saborear una cultura festiva, viva y auténtica.
El turismo en torno al vino convoca y permite el encuentro con los amigos, la pareja o la familia. Nos hace vivir algo único, imperdible y excitante, un tesoro mucho más cercano y accesible de lo que creíamos. El enoturismo es la invitación a mezclar, de forma perfecta, los mejores ingredientes de la vida.